Castillo de Ballycarbery
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La costa suroccidental de Irlanda es una sucesión de penínsulas recortadas sobre el Atlántico Norte. La mayor de ellas, Iveragh, cruzada por las montañas MacGillycuddy's Reeks, es uno de los principales atractivos turísticos de Irlanda, sobre todo la ruta que la recorre en todo su perímetro, The Ring of Kerry. Al llegar a la localidad de Cahersiveen abandonamos la carretera principal, cruzamos el río Valencia, que en esta zona es realmente un brazo de mar, y continuamos por estrechas carreteras locales, hasta que, después de unos kilómetros, el camino se termina. Frente a nosotros, en una solitaria colina herbosa, dominando una bahía, se alzan las románticas ruinas del Castillo de Ballycarbery, invadidas por la hiedra que trepa por sus muros.
Ballycarbery, el pueblo de Carbery, proviene de Cairbre O’Shea, jefe de uno de los antiguos clanes Corca Dhuibhne, que dominaron Iveragh antes de caer bajo el mando del clan McCarthy. El castillo se construyó en el siglo XVI sobre un asentamiento anterior. A finales del siglo XVI el clan McCarthy Mór desapareció, y el castillo pasó a manos de Sir Valentine Browne.
En el año 1169 los normandos desembarcaron en Wexford, dando inicio a los 800 años de dominación inglesa. En 1641 tiene lugar la rebelión irlandesa. Como respuesta, en 1649 las tropas parlamentarias de Oliver Cromwell invadieron de nuevo Irlanda, en una campaña de gran virulencia que duró nueve meses, aunque precisó tres años para acabar por completo con la resistencia. En 1652, al final de la contienda, le llegó el turno al castillo de Ballycarbery, atacado con artillería, táctica habitual en esta campaña militar porque las tropas locales, inferiores en campo abierto, se veía obligadas a refugiarse en las fortalezas, en vano, ya que estos castillos no estaban preparados para soportar el fuego de los cañones. Desde entonces, permanece en ruinas.
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