Viajar permite ver cosas, conocer historias y aproximarse a culturas; enriquecernos a fin de cuentas. Nada puede reemplazar esa experiencia personal y vital. Un libro, o un artículo de viajes solo sirven como sucedáneo, más o menos logrado, y como invitación a viajar, aunque solo sea por envidia.
Ese es el objetivo de este blogg de viajes, donde alternan acuarelas, instantáneas de momentos o lugares concretos que llamaron mi atención, con textos, premeditadamente limitados en su extensión, fragmentos de la Historia con mayúsculas o pequeñas historias, donde se cuelan algunas vivencias personales, en general de forma subrepticia, aunque a veces con un enrome descaro.
Hay lugares remotos, o más exóticos, pero también otros cotidianos. Junto a las islas Galápagos o una aldea nepalí junto al Annapurna comparten espacio las torres de Madrid, en una vista desde la entrada a la ciudad que cada día comparte miles de madrileños camino de su trabajo o un archiconocido fragmento del Paseo de Gracia barcelonés.
Ire añadiendo entradas poco a poco, primero las acuarelas y textos ya terminados, y luego los que vaya haciendo nuevos.

miércoles, 14 de junio de 2017

Pisang


Pisang
Las banderas ondean al viento, transmitiendo las oraciones que tienen impresas; junto a los caminos hay hileras de rodillos de oración que se hacen girar al pasar junto a ellos para que repitan el 'om mani padme hum' escrito en su interior cientos de veces; en ocasiones hay un chorten en el camino, pequeño templete que debe rodearse por la izquierda. La cabecera del río Marsyandi, al pie del Annapurna, es una zona budista de fuerte influencia tibetana, aunque geográficamente está dentro de Nepal.

Llevamos casi una semana caminando desde el inicio de la ruta en Dumre, a 440 m de altitud, hasta alcanzar Pisang, a más de 3000 m. Somos veinteañeros escasos de fondos, y por eso dormimos en los alojamientos más baratos y cargamos pesadas mochilas con tiendas y comida de altura, que necesitamos para nuestra subida al Chulu West, cuya nevada cumbre puede verse ya desde Pisang.
Con una dieta de arroz con vegetales –no verduras, porque algunas cosas verdes son simples hierbajos– y poco más, y muchas horas al día de marcha, estamos fuertes pero escuálidos. Eso, y las prisas en llegar al campo base del Chulu, a casi 5000 m, resultan demoledoras. Aunque el paisaje es espectacular, acampados en una morrena con el Annapurna enfrente, estamos agotados y algunos afectados por la altura. El que quizá sea más fuerte físicamente acaba derrotado y entra en coma, con edema pulmonar y cerebral. Una agotadora bajada en una camilla improvisada, y una sucesión de afortunadas casualidades, entre ellas un médico francés de vacaciones, hacen que nuestro compañero, que todo apunta a que está muerto, salga adelante sin ninguna secuela.
Ha sido un turbulento desenlace, pero afortunadamente de nuevo estamos todos en camino, bajando de la montaña, malcomiendo el insulso 'fried rice with vegetables', pero disfrutando de uno de los trekking más espectaculares que pueden hacerse en todo el mundo.

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